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jueves, 4 de septiembre de 2014

¿Vives con un Pasivo-Agresivo y no lo sabes?: 13 signos para descubrirlo... y no dejes que te hunda



Si tu pareja tiene un comportamiento que hace que tú te sientas cada vez más hundida y crees que tus metas personales valen cada vez menos, puede que sea pasivo agresivo. 

Una persona pasiva agresiva puede llegar a arruinar la vida de los que están a su alrededor, ya que frustra los fines y las metas personales de todos los que le rodean. Todas las personas que se encuentran cerca de alguien que tenga este comportamiento están expuestas a sufrir las consecuencias, mucho más si se trata de su pareja o su familia más cercana. Detectar los comportamientos de este tipo es fundamental para poder tratar a las personas que sufren este trastorno y, por ende, conseguir la tranquilidad de su entorno.  Para ello, es necesario conocer los síntomas o las marcas más evidentes de este comportamiento e intentar atajarlo cuanto antes.  

Para empezar, hay que resaltar que ellos necesitan a alguien que pueda resistir sus expectativas y demandas. Un agresivo-pasivo suele ser atraídos por co-dependientes y personas con baja autoestima lo que les facilita poner excusas para otros malos comportamientos.


Si hace 15, 10 o hasta hace poco menos tiempo, digamos unos 5 años, alguien me hubiera dicho o insinuado que mi vida en pareja estaba rodeada de violencia, lo habría negado contundentemente….es más, me hubiera sentido ofendida por tal aseveración (sí, así de ciega estaba).

Posiblemente, algunas personas cercanas con algo de intuición pudieron haber percibido, en ciertos momentos o en determinadas circunstancias, que mi vida “perfecta” era solo una apariencia, una máscara para ocultar una triste realidad que poco a poco me consumía inconscientemente. Sin embargo, no puedo negar que la violencia que viví durante casi dos décadas, era “sutil” y confusa, pero con efectos verdaderamente devastadores, sobre todo a nivel de autoestima y emocionalmente. A pesar de que esa forma de vida me consumía irremediablemente, requerí de muchos años para poder percatarme de mi lamentable situación.

Mi verdugo nunca aplicó la fuerza física mientras estuvimos casados (aunque confieso que, curiosamente,  me atacó en un par de ocasiones -jalones y empujones- cuando ya estábamos separados,  y tuve la mala fortuna de topármelo en la calle). No obstante, durante todo el tiempo que duró mi “martirimonio” (sí, ahora sé que fue un martirio), él ejerció violencia de forma indiscriminada, aunque de forma sutil o “pasiva”, mediante manipulaciones, indiferencias o, simplemente, aplicando la letal ley del hielo. Muchas veces, de esas formas logró sobajarme, someterme y hasta hacerme sentir confundida y culpable de cosas que él mismo provocaba. 

Generalmente, quien convive con un sujeto agresivo-pasivo no se percata de la violencia en la que vive sometida y, quizás, pueda darse cuenta tal y como a mí me sucedió: 

Durante mucho tiempo sentí malestares emocionales,  como por ejemplo: miedo a algo o a todo, mucho sueño, fastidio, decepción, tristeza, culpa, soledad, incomprensión, falta de motivación y de interés por mí misma al grado que yo misma me anulaba de cualquier plan y accedía a todo lo que el verdugo dijera; mi opinión no importaba (mucho menos mis sueños o anhelos), y hasta para decidir sobre mis cosas más personales, debía preguntárselo a él para que él decidiera por mí… sí, me volví invisible porque yo misma lo permití, y esa insatisfacción no tardó en reflejarse en mi estado de salud y físicamente. 

Es cierto, tardé 20 años en saber lo que originaba mis malestares, pues en ese entonces nunca pude explicar a los médicos -ni a mi misma- la razón que los causaba, pues aparentemente mi vida era estable y perfecta. Contaba con un “respetable” marido que se mantenía a mi lado, literalmente, como un feroz vigilante. Siempre justifiqué su comportamiento “controlador” como la forma de demostrarme su preocupación hacia mi humilde e insignificante persona. Pensé que su forma indiferente de ser era la manera de demostrarme que me necesitaba…. Pero estaba equivocada, pues entendí que él es un sujeto absorbente, tóxico, agresivo, egoísta y manipulador pero, sobre todo, lleno de incertidumbre,  pues resguardaba celosamente sus emociones. Él no explota de ira, por lo cual no puede catalogarse abiertamente como un sujeto irascible, que sí lo es, pero ese es el peligro de personas como él que suelen esconder sus intenciones y emociones, pues  nunca sabe lo que tienen guardado ni lo que son capaces de hacer para desahogar su furia o sus traumas.


¿Cómo llegué a anularme? No lo sé, fue algo que sucedió poco a poco, a través de un proceso de desvalorización al que me sometí, primero, de forma inconsciente, y después, indolentemente, continué en él. 

Él solía decir: “Yo no necesito de nadie….yo puedo solo”. Y se refería a todo… entonces,  ¿por qué siempre “necesitó” que yo le resolviera los detalles más absurdos que él mismo podía (y debía) realizar? Daré algunos ejemplos, aunque antes quiero aclarar que no pretendo aburrir con mis experiencias, pero como muchas lectoras saben, siento la obligación moral de contar algunas, con el fin de visibilizar la gravedad de los tipos de violencia que se ejercen en una relación de pareja. Debo decir que en este post mencionaré algunas señales que padecí, pero muy pronto saldrá el libro INCAUTA, donde de forma detallada, completa y cronológica, se relata la historia de esta servidora, y donde también se incluyen guías e información adicional que puede ayudar a muchas otras mujeres para que se mantengan alertas.

Por ahora solo diré que el sujeto en cuestión, manipulaba al grado de hacerme sentir como SU perrito faldero; ciertamente, supo “entrenarme” aprovechando mi nula autoestima. Solo así pudo convertirme (sin necesidad de ejercer violencia verbal ni física) en la mujer sumisa y servil que fui a su lado. 

EJEMPLOS:
1) Siempre a su disposición. Un ejemplo: El verdugo en cuestión era un sujeto muy vanidoso (y la verdad, no sé por qué, ya que NO es un sujeto agraciado), y por tanto, no le gustaba usar anteojos (a pesar de ser un tipo con la enorme necesidad de usarlos, ya que padece de un alto grado de miopía y astigmatismo). Aún así, durante muchos años se rehusó a utilizar sus lentes, por lo que cada vez que salíamos, ya sea a comer , al cine o a donde fuera, esta servidora tenía que hacer el papel de "sus ojos" y, por ejemplo,  leerle el menú, los subtítulos de ciertas películas o cualquier otra cosa que a él se le ocurriera en el momento que fuera, delante de quien fuere….qué idiotez, pero ese hábito se volvió MI obligación y, por tanto, él no se responsabilizaba de sí mismo ni de sus carencias o limitaciones. 

2) Cabe aclarar que la ortografía del verdugo es pésima (y ni qué decir de su redacción y de su carente vocabulario), por lo que en muchas ocasiones, me llamaba desde la oficina para que yo redactara o corrigiera algún documento de su trabajo  que debía presentar a sus jefes. No importaba lo que yo hiciera o donde estuviera, e inmediato tenía que resolver ese asunto de su trabajo...¿no podía consultar un diccionario o aprender las reglas ortográficas básicas? No, yo debía estar siempre disponible para lo que se le ocurriera a él.

3) Y no crean que él pedía amablemente las cosas, siempre tuvo una forma altanera de exigir la atención que, según él, merecía por encima de todo lo demás….pero no exigía la atención gritando o insultando, al contrario, peligrosamente ejercía la manipulación más sutil para lograr sus objetivos: A través de chantajes, de miradas fulminantes, echando en cara ciertos “favores” que, según él, había realizado en algún momento; también amenazaba de forma muy encubierta, dejando entender lo que haría o dejaría de hacer si no se cumplía con lo que él quería; también hacía uso de los sarcasmos, las bromas y las palabras “cariñosas” (por ejemplo, a mí siempre me dijo “chaparrona”, debido a mi baja estatura, o bien, hacía alusión a mi falta de trasero en los momentos más inoportunos), entre otras cosas; también hacía comparaciones innecesarias, “sugería” que se realizaran -o no se realizaran- ciertas cosas, y sino….aplicaba la ley del hielo, o bien, muchas veces me echó en cara ciertas cosas sobre mi persona, de mi familia o de mis amigos…. Y todo esto, además de ejercer otras señales de violencia psicológica y económica.

Como vemos, convivir con una persona agresiva - pasiva, resultar sumamente desgastante y perturbador, además de que pueden generarse consecuencias muy dañinas para la parte receptora de dichos comportamientos.



Quitando la máscara
La gente que tiene un comportamiento pasivo-agresivo intenta irritar y enfurecer a los otros. Se los puede reconocer por su resistencia habitual y pasiva en el trabajo, el hogar y los encuentros sociales. 

¿Tu pareja, intencionadamente, toma años en vestirse para una fiesta de manera que llegan casi cuando está por terminar? ¿Te dice "sí", cuando sabes que eso significa un "no"? ¿Critica sin razón a otros de manera meliflua? ¿Notas que tu pareja se "olvida" de hacer algo deliberadamente o repetidamente se atrasa al trabajo? ¿Exagera siempre su mala suerte y se queja de que nadie le comprende? Si tu pareja demuestra ser ineficiente, pesimista, necia y sombría,  deberías escuchar con atención estas campanadas de advertencia.

Se cree que tal comportamiento muy posiblemente provenga de un sentimiento de rechazo y frustración durante la infancia. La ira y el estrés acumulados expresados de manera "pasiva", van creciendo y se convierten en un desorden de personalidad cuando llegan a ser adultos. En palabras sencillas, la agresividad pasiva es una forma de resistencia frente al comportamiento de la pareja, pero sin expresarlo directamente ni con claridad. Es por esta razón, que una persona que utiliza esta forma de comunicación recurre a métodos como ocultar sus verdaderas emociones de ira, tristeza o miedo, canalizando esa energía, y al mismo tiempo, hiriendo disimuladamente al otro. 

Todo este clima generado al interior de una relación, puede ser tanto o más destructiva que la agresividad “clásica”.

¿Tu pareja es pasivo-agresivo?
Hemos revelado que en este tipo de relaciones, los conflictos no se abordan de forma directa, sino que se utilizan otros recursos para comunicarse que, al no ser claros, profundizan una crisis de pareja.

Por una parte, parece ser que en una pareja donde se aprecia un comportamiento agresivo-pasivo se evitan las confrontaciones o discusiones, pero por otro lado, crece continuamente el resentimiento y el distanciamiento de una pareja. Las diferencias se enfrentan en un campo donde la ambigüedad y las dobles intenciones juegan un papel preponderante.

Cuando una relación de pareja vive esta situación es muy importante poner al descubierto este comportamiento. Si bien es cierto, una persona que usa la agresividad pasiva busca “castigar” al otro de forma implícita, es importante que el otro perciba con claridad cuando es manipulado o influido por estos mensajes indirectos.

¿Cómo reconocerlo?: Signos del comportamiento Pasivo - Agresivo
Los pasivos agresivos son muy difíciles de detectar, ya que, al contrario de personas con celos obsesivos por ejemplo, estos se muestran siempre muy tranquilos y rara vez se alteran, pero lo cierto es que pueden hacer mucho daño y amargar a la persona que comparte su vida con él, anulándola casi por completo. Aunque sus comentarios o acciones parecen inofensivos, la realidad demuestra que no es así: se dicen víctimas, pero dañan a quienes conviven con ellas.


Detrás de máscaras de una pretendida amabilidad, las personas con comportamiento pasivo-agresivo recurren a actitudes que denotan una lucha por el poder. Seguro que conoces más de una persona que tiene este comportamiento aunque no seas consciente de ello. Es mucho más común de lo que pensamos y sus consecuencias son más serias de lo que la mayoría de la gente cree. 

Para evitar que te pase esto a ti, aquí tienes algunos signos que te deben hacer estar alerta.

Antes de nada, hay que tener en cuenta que es muy probable que todas las personas que conoces, tú incluida, alguna vez en su vida hayan tenido una actitud muy similar a esta, pero hay personas en la que es su actitud habitual.

1. Son personas que se quejan todo el tiempo sobre lo mal que está o la mala suerte que tienen. Habitualmente la culpa de lo que les pasa la echan totalmente sobre los demás y una de sus personas más odiadas es su jefe o, en el caso de los estudiantes, su profesor, ya que los perciben siempre como personas injustas.

2. Una persona pasiva agresiva da la sensación hacia los demás de que todo le es indiferente y que nada le interesa. Se muestran también muy distraídos, indolentes y apáticos. Dizque no escuchan bien, evitan el contacto visual o físico o hacen que todo parezca una “casualidad”, son otras formas de presionar a la pareja.

3. En cuanto a sus actividades profesionales, generalmente pierden el tiempo en el trabajo y no lo realizan bien. Pero no solo eso, sino que además intentan obstaculizar el trabajo de los demás.

4. Al intentar hacerles entrar en razón o si les recriminas algo que hayan hecho, se enfadan profundamente y creen que estás siendo injusto, porque para ellos hacen las cosas mucho mejor que los demás.

5. Utilizan la “ley del hielo”, que consiste en usar el silencio como un arma de coerción. Es por medio del silencio incómodo que intenta desmoronar la posición de la pareja, quién probablemente no entienda exactamente lo que significa ese silencio, excepto, que le hace sentir mal

6. Tienen una actitud de no-cooperación. Por ejemplo, no atienden las tareas del hogar, las hacen descuidadamente o sencillamente se quejan por cualquier actividad, y así logran entorpecer la convivencia intencionalmente.

7. Demuestran enojo, pero al mismo tiempo lo disimulan:
“-¿Qué te ocurre?
-Nada
-¿Seguro?
-Si-”
Este tipo de diálogos, donde la tensión en el aire se puede cortar con un cuchillo son una muestra de que la ira es evidente, pero de todas formas se trata de disfrazar.

8. Tienen actitudes sarcásticas hacia la pareja.

9. Impuntualidad


10. Rechazo en la intimidad
11. Sabotaje
12. Rebeldía

13. Existen otras características, pero todas apuntan en mayor o menor medida a lo mismo, utilizar la culpa y la frustración como una forma de manipular al otro o para mostrar su enojo.

En ocasiones, estas actitudes de agresividad pasiva son intencionales y tienen un claro objetivo de lastimar. Pero otras veces, la persona  ni siquiera acepta que puede tener un problema, pero tiende a rodearse de amigos o parejas con baja autoestima o personalidad débil, ya que de esa manera se asegura de que soportarán todo cuanto les diga o haga.

¿Qué hacer?
Si no quieres sufrir las consecuencias de un pasivo agresivo, que se pueden llegar a parecer mucho a los malos tratos psicológicos, ponte en marcha y toma medidas si reconoces estos síntomas en tu pareja o en alguien que conozcas.

Una persona agresiva-pasiva no aborda directamente un problema, pero además, busca que no se reconozca implícitamente su ira. Cuando se pone en evidencia este comportamiento, casi siempre ocurre que automáticamente se desarma esa defensa y se abre un espacio para el verdadero diálogo, o al menos para pensar mejor en cómo se están comunicando. Cuando se hace ese reconocimiento se debe apuntar directamente al problema. Pero no desde el reproche, o la rabia. Se puede decir algo como “¿estás enojada por lo que dije hace un momento sobre….?” El exponer abiertamente la causa de un conflicto puede parecer algo sin importancia, pero cuando en una relación de pareja este comportamiento se ha convertido en algo recurrente, el resultado es significativo y despeja el camino a un cambio real.

Como ya has podido ver, la negación y la resistencia es una parte fundamental de esta dinámica. Si tu pareja presenta este comportamiento, probablemente te verás enfrentado a la negación total sobre las emociones que siente tu pareja. No tiene sentido rebatir esa negación. Simplemente observa ese comportamiento, y deja que tu pareja mantenga su posición. Bastará con decir “ok, pensé que estabas molesto por esa razón, lo siento”. A pesar de que por el momento has dado marcha atrás, al mismo tiempo estas dando espacio a tu pareja para que piense en lo que siente, y sobre todo, dejas establecido claramente que tú sabes que hay ira en tu pareja, a pesar de que intente ocultarla.



RECOMENDACIONES:


1. No cegarte ni negar lo que ocurre. Lo principal es que identifiques esa conducta como lo que es: agresividad, hostilidad, violencia. No le des la vuelta: lo que ves y sientes es lo que es, así que no disculpes pensando en que tiene otro tipo de problema. A partir de que nombres lo que es estarás dando el primer paso para resolver la situación.



2. Pon límites… y respétalos. Generalmente pensamos que en una situación de comportamiento pasivo-agresivo los límites son para el otro, pero eso es un error. Los límites se autoimponen y se cumplen como señal de respeto a uno mismo. Si tu pareja es terriblemente impuntual y te pierdes la mitad de la película cuando van al cine, debes decirle que para una ocasión futura ya no lo esperarás y entrarás sola. Si llega el día que eso ocurra, deberás cumplir lo que dijiste, porque de no hacerlo estarías fomentando la conducta que te disgusta. 



3. Sé específica y clara. Si estás confrontando a una persona pasiva agresiva no des rodeos. Di las cosas en concreto, clara, particularizando cómo te hace sentir cuando te ignora y se comporta como un chico de primaria aplicándote la ley del hielo.



4. Ten una comunicación asertiva. Esto implica trabajar en tu seguridad y autoconfianza. Propón soluciones y evita reaccionar ante lo que te disgusta. Eso te lleva a reconocerte y saber lo que te molesta, pero también a reconocer los sentimientos del otro; el saber por qué actúa como lo hace.


5. Deja de sentirte culpable. 
No puedes cargar de ninguna manera con la culpa si tu pareja exhibe un comportamiento pasivo-agresivo. Al contrario, debes enfocarte en estrategias que logren que se dé cuenta de ello y busque ayuda profesional.

6. ¡No te conviertas en su tapete!
Subordinarse tímidamente a su dominio y a sus insultos solo reforzará su comportamiento. Rechaza el trato agresivo que te da. Confronta a tu pareja y demanda una disculpa. Di lo que piensas y sientes, y déjale saber cuánto te hiere con su actitud. De otro modo, mejor aléjate.

7. No lo justifiques 
No lo justifiques ni trates de excusarlo frente a los demás por su mal comportamiento. Las personas pasivas-agresivas disfrutan de la autocompasión. Si niega el problema, hazle ver su deshonestidad y sus inconsistencias. Intenta que se dé cuenta de que si valora su relación, deberá aceptar que hay problemas. Solo entonces podrás ayudarle a manejar el tema.

8. Busca ayuda profesional
Busca un consejero si en primera instancia deseas intentar salvar la relación, de otra forma, no te estorbará tomar terapia que te ayude a ti a salir de la dependencia de un sujeto pasivo agresivo y, además, para fortalecer tu autoestima y desarrollar habilidades de comunicación efectiva para futuras relaciones. 

MUJER:



El comportamiento pasivo-agresivo causa mucho daño y, aunque bajo determinadas circunstancias todos podemos incurrir en una conducta pasiva-agresiva, lo importante es que no se convierta en algo recurrente ni en un comportamiento que llegó para quedarse en tu vida ni en tu relación.

No hay razón para aceptar sumisamente un trato tan absurdo,  pues eso no trae nada bueno a la relación y, mucho menos, a quien recibe las agresiones pasivas.

Si este tipo de comportamiento afecta tu relación y tu estado emocional y físico, lo ideal es pedir ayuda profesional, pero nunca toleres malos tratos ni justifiques a quien agrede, no eres la "salvadora" de nadie, solo de tí misma, así que si no eres feliz, mejor aléjate y nunca olvides lo valiosa que eres.


FUENTES:
http://www.revistafamilia.com.ec/articulos-ellos-y-ellas/1908-ino-te-conviertas-en-alfombra-
http://www.telemundo51.com/entretenimiento/mujer/Como-lidiar-con-personas-pasivo-agresivas-violencia-autoestima-265950311.html


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